Así las cosas, se contradecían las fantasías de los jóvenes del lugar que soñaban con pedir su mano, entiéndase en medio de toda la parafernalia gauchesca con platería, vestimentas típicas... y a caballo.
Es que los más osados relataban como debían desandar sus pasos luego de entrar sacando pecho a la Estancia Werfel con el caballo... y es que al trote jamás llegarían a su gracia...
Tranqueras adentro y ya desde muchos años trabajaba Don Severino Hernández , hombre moreno de gesto fruncido que estaba al tanto de la situación tan repetida como relatada en noches de pulpería. Supo qué hacer y como hacerlo, así caminando logró llegar a donde ningún otro mozo había llegado.
Ella radiante y el más bien opaco formaron una pareja dispar de la que se habló mucho realmente, entre tantas historias, se podría rescatar la vez que al encuentro con su amada ella le dijo "¡Venga mi pimpollo negro!" y Don Severino salió a presumir su floral condición a la muchachada...
Claro que en la serranía cordobesa toda expresión sujeta a la buena dicción del castellano sufre todo tipo de adaptaciones, científicos de la Universidad de Cambridge estudiaron el fenómeno cronómetro en mano y en sus notas de trabajo de campo quedó registrado el fenómeno de manera impecable:
17 hs 32 min 43 seg. "Venga mi pimpollo negro!"
17 hs 32 min 44 seg. "Cuchá! pimpoio negro le dijo!"
17 hs 32 min 45 seg. "Ajajajaaaa el Negro Pimpoio!!!"
Tiempo después se casaron y Don Werfel los ayudó poniendo una hostería de categoría en una parcela de su terreno próxima al camino, siguieron años prósperos, repletos de bonanza pero pedestres. El Negro Pimpoio (vamos a adoptar los giros linguísticos locales a fin de lograr un relato ameno) tenía el caballo escondido con el que hacía sus menesteres, pero Doña Odila seguía firme a su convicción de no hacer migas con el animal.
El padre atento a la situación, vió en los frutos de la industria* la salvación para su hija de pies atados a la tierra: Mandó a traer el primer automóvil de la zona.
La llegada del mismo fué estruendosa en el literal sentido de la palabra, bandadas de pájaros espantadas entre explosiones irregulares avisaban la llegada del Ford T que sin muchas vueltas pasó la tranquera y lo dejaron regulando frente a la hostería...
Doña Odila salió encantada a recibir su carreta sin caballos, el jilguerito que tenían adelante del espanto quedó con la cabeza trancada entre los barrotes de la jaulita... Y el Negro Pimpoio se escusó después diciendo que había ido a calmar al caballo... la servidumbre del lugar sin embargo lo vió salir despavorido sin un rumbo definido... Le habían avisado que llegaría el auto más no los "posibles" estallidos...
El modelo refleja el primero paseo de los Werfel, padre e hija, en su Ford T. Pasó tiempo para que Odila convenciera a su marido a subir...
Pero subasé mi Pimpollo Negro!!!
Magníficent San Valentín Vintage! Magníficent Ford T! Magníficent Pimpollo Negro escondido!
*Ford Motors Co. se instaló en Argentina en 1913, su primera sucursal en
Argentina fué la primera en latinoameríca y segunda en el mundo luego de
Inglaterra.
A partir de 1917 comenzó el ensamblado en el país del Ford T importando sus componentes.
A partir de 1917 comenzó el ensamblado en el país del Ford T importando sus componentes.
Que historia tan cierta Don Cabo. Todavía se puede ver la polvareda del Pimpoio...
ResponderEliminarEl Ford T es el auto por excelencia, no hay vehículo que tenga tantas historias como el conocido "Lizzie", pareciera que se ha encargado de escribir todas las historias, ya sea del automovilismo, como de la vida misma.
Excelente el relato, como el auto y como la réplica.
Magnificent Don Cabo!!!!
Y el primer auto para masas, su cotidianeidad hace que la suma de historias particulares opaque cualquier otra faceta del auto, se puede hablar media hora sobre la idea del Ford T y su legado para la industria sin dejar de lado el cambio en el modo de vida de la gente, su carácter social y cultural... con media hora alcanza.
EliminarPero podríamos pasar años relatando historias como ésta.
magnificent pimpoio!
ResponderEliminaryo también supe de muchas historias del ford t, pero nunca imaginé que hubiera alguna de amor.
el modelo se ve tan querible como la historia, ni qué hablar de la pareja acaramelada.
feliz san valentín amigo mío!
Me extraña que no sepa ninguna de amor, más ahora que es usual solicitarlos para casamientos, quizá por su aspecto de carruaje, quizá por su simpatía o su costo como auto de colección que subraya el esmero por la realizacion de la ceremonia matrimonial...
EliminarTengo una idea... mire lo que le digo: organizacion de fiestas para divorcios, algo así como wedding planner pero al revés! Pero no se lo diga a nadie...
Un coche realmente importante tanto por la historia "grande" que lleva detrás (el pionero de la estandarización) como en las "pequeñas" (como el caso del "Pimpoio negro"... en todo caso siempre interesantes...
ResponderEliminarEspero que ustedes disfruten el auto convenientemente, tanto Odilia como el Sr. Cabo. Brindo por ello!!
Saludos de Don Sivianes
Don Sivianes pierda cuidado, el modelo se disfruta día a día, más por mi hija ya que el auto "tiene personas" y para ella es primordial.
EliminarVamos a suponer que Doña Odilia lo disfrutó bastante en sus años de vida, aunque seguramente lo habría cambiado por algún otro auto mas nuevo en la década siguiente...
Don Severino Reyes, pimpoioncito querido, muy bello su Ford T; la historia es interesante, pero el modelo más aun. Calculo que esta joya de Dinky debe tener sus buenos años, ¿no?
ResponderEliminarAbrazos!
http://juanhracingteam.blogspot.com.ar/
Y es un modelo añoso, aunque a medio camino ya que corresponde a las primeras series que hicieron famosa a la marca, posiblemente sea de la década del 70.
EliminarQue bello, que un el primer coche fabricado en serie tenga tantas historias aun por contar..., la memoria siempre vista en libros y videos, me hacian imaginar que todos eran negros..., ahora al ver este azul, quiero pensar que los hubos de varios colores...
ResponderEliminarQue gracia con sus personajes y todo...
Un abrazo!
http://miniaturasconry43.blogspot.com.es/
Muchos fueron de color negro, pensaría que el color standard era dicho color, no quita que salieran otros a pedido o que sean pintados luego, hay que pensar que eran épocas de carroceros y de vehículos que terminaban siendo obra de dos compañías, la que aportaba el chasis y su planta motriz por un lado y la que lo carrozaba por otro. En ese contexto es válido pensar en algunos Ford T modificados luego de salir de fábrica, algo a medio camino entre el elitismo de hacerlo a gusto personal y la masividad de éste auto.
EliminarSe ve que San Valentin lo puso romanticon........o sera el 504 de Minichamps que lo pone de tan buen humor. Vaya uno a saber.
ResponderEliminarUn placer haberlo conocido en persona los otros días, nos debemos un asado junto con el Fer.
saludos, amigo.
Sabe que mi conducta es intachable y por eso jamás dije que no a un asado prometido!
EliminarNo lo tenía pagando asados....
Curioso y ameno relato Cabo. El modelito T con pasajeros muy llamativo y vivo que se ve. Lo que mi abuelo contaría si viviera aun y lo viese.
ResponderEliminarSaludos !!
Eddie es increíble la vitalidad que ganan los modelos cuando están acompañados por figuras aunque no sean de gran fidelidad. Y siempre es un placer despertar las anécdotas de los mayores con la colección, seguro ya le ha pasado o no?
ResponderEliminarSimpático relato y simpático modelín. Mire Don Cabo que he restaurado y/o modificado varios cientos de Dinky´s pero éste nunca me tocó.
ResponderEliminarEs bastante difícil de encontrar, amén de la dificultad propia de modelos viejos, a diferencia de otros Dinkys resulta extremadamente frágil en sus ruedas de rayos.
EliminarPensar que muchos encuentros románticos han tenido un origen fordtuito...
ResponderEliminar