IKA RAMBLER AMBASSADOR 990 (1965) - Autos Inolvidables Argentinos

Hay autos que pueden considerarse "aspiracionales" ya que se consideran una meta a alcanzar por el automovilista promedio, suponiendo que el mismo va pasando de modelo a modelo en una suerte de escala evolutiva.
El Rambler Ambassador 990 va mas lejos, ya no se trataba de un auto a tener en cuenta sino que se trataba de un vehículo que no era pensado para masas. Auto de lujo, con accesorios de confort que escapaba a cualquier auto de línea de producción contemporánea, era literalmente un limousine en serie.
Pensado para un uso ejecutivo o ceremonial el auto cumplía lo que prometía con su nombre Ambassador. Efectivamente fué coche de embajada, de ministros, incluso presidencial. Un auto que con banderitas en los extremos de su trompa estaba en su salsa, pero para un uso cotidiano sus dimensiones generosas ya le jugaban en contra.
Así la lógica indicaba que tener un 990 no sólo era cuestión de gusto, aún teniendo la capacidad de comprarlo, el posible propietario debía tener en mente el lugar donde lo guardaría, el consumo del mismo y aunque parezca estúpido como lavarlo. Recuerde que en los 60s los lavaderos de coches no eran abundantes y el que tuvo auto grande sabe de la experiencia de lavar el auto: Cuando el día no acompaña, puede estar terminando de lavar atrás y se le pegó la tierra adelante...

O lo cagó un pájaro...

Y con las dimensiones de éste auto.... Dos pájaros.

Estamos en el salón de modelismo 1965, suenan trompetas por que se va a presentar el modelo del Ambassador 990, el prodigio del lujo criollo, el plus non ultra de la línea Rambler!

Aparece el auto de perfil, líneas americanas puras, se recorre la vista de trompa a cola y es largo como el horizonte... Luego se mira el techo y una de las trompetas que sonaba enardecida se desinfla hasta quedar en silencio. Se escuchan murmullos, hombres de frak comienzan a charlar entre ellos... El techo... El techo es bajo se rumorea y se siente olor a indignación en el aliento de los presentes.

La gente se retira a ver otro modelo que está por presentarse, una coupé deportiva color celeste. Cuatro violinistas se suben al baúl del Rambler a tocar su última canción mientras la trompa comienza a hundirse como el Titanic, ven con ojos llorosos como la gente se va por la puerta tocando una versión triste de la marcha peronista para violín.

"Caballeros, ha sido un honor tocar con ustedes esta noche" dice uno de los músicos sacando el mocasín del baúl primero... Mirando la mesa del buffet llena de bocadillos que no encontraron dueño, los demás lo siguieron.

Uno se queda sólo mirando en ese salón enorme donde empiezan a escucharse los pasos con eco. Se resiste a poner los pies en polvorosa, no se puede, si usted es coleccionista sabrá que un modelo caído en desgracia no se abandona.

El techo de la discordia quizá sea el producto de una forma inédita hasta ahora de presentar modelos dentro de la colección: El techo no es parte de la carrocería sino un inserto plástico tan grande como... el techo.
Bueno, es más grande, en realidad dicha pieza es transparente y da existencia al techo, parantes, parabrisas y luneta trasera. Pintado en color carrocería lo que sería "chapa" y en color metal los marcos y demás elementos que son cromados en el auto real, dejando transparencias como vidrios.

Por eso el encastre de los vidrios luce perfecto, por que no es encastre. Lo extraño es que las ventanas de las puertas si son un encastre al techo, encastre plástico con plástico, innecesario, podría ser una sola pieza.
Como una luz de esperanza, para los que sienten el fin del mundo con este techo, siendo un inserto abre una gama de posibilidades dentro de las que se puede imaginar una industria paralela de techos vinílicos (de proporciones adecuadas) para reemplazarlo.
Otros pretenderán hacer un cabrio o lo que les venga en gana, como un techo largo y hacer la versión Cross Country... O el de Sandro... O el presidencial... O una pompa fúnebre... O una pompa fúnebre fuera de servicio, sin techo con numero brillantes en sus puertas, un look necro-racing.

Quizá una hazaña tal como pretender lograr la carrocería con la unión de dos piezas de orígenes distintos sea demasiado para un modelo low cost. Los resultados son los que se ven, pero bien podría haber nacido un Rambler "Cabezón" o con el techo aún mas bajo.
Así se vé que "falta Rambler" el techo más alto daría una idea más fiel de lo imponente que era.

Dejando el techo de lado nos quedamos con la trompa, lo más identificativo que tiene el auto con sus ópticas dispuestas una encima de la otra. No sólo lucían bien, la parrilla se hacía más larga y lucía más ancho.  Nótese la insignia "AMBASSADOR" a un lado del capot, con la cantidad de letras que se conforma la misma y aún así se dan el lujo de lucirla a un costado.
Los neumáticos tienen una pequeña intervención, simplemente fueron girados dejando la banda blanca oculta del lado interno. Dicha banda blanca no era habitual verla en vehículos nacionales y luce muy yankee con la misma. Entre los beneficios encontrados es que las mismas lucen menos exageradas dándole más presencia a la carrocería.

Cada óptica tiene sus líneas, pero si en la fábrica no pueden poner dos derechas no hay forma de esperar que pongan cuatro alineadas.
La óptica de abajo, del lado izquierdo de la foto estaba derecha, después el chino se dió cuenta y la torció un poquito.
Hediondos limpiaparabrisas, parecen los brazos del terminator de metal líquido.

La tampo de "990" es voluntariosa aunque exagera con las sombras. Tiene un aire a "nose art" de aviones de la segunda guerra mundial. Las tazas de las ruedas muy cumplidoras eso sí.

Los guardabarros delanteros salieron bastante bien, no son formas sencillas, los mismos deben ser planos en su parte superior con una tímida redondez que se ve hacia el extremo. Además debe terminar con forma de flecha... pero dejando lugar a los faros y... bueno, les salió bien.

Tampo en tres tonos, así la gente sabrá que nuestra miniatura es un Rambler!

Ya vamos buscando la parte trasera, del lado opuesto tenemos la carga de combustible y un ángulo de visión interesante donde se puede apreciar en el parante "C" (el trasero) la unión entre las dos piezas de la carrocería. Visto desde aqui no parece tan bajo el techo... 1 milímetro tal vez, el problema es que quedó chato, sin caída hacia los goteros.

La retaguardia es impecable y no desentona con el resto del auto, la miniatura copia muy bien las formas del auto real. Una parrilla trasera que le da mucha elegancia y estilo sobre todo cuando se prolonga sobre las luces. Baúl generoso con formas que invitan a pensar en proyectos para hacer una "limo" mediante un corte central del modelo y prolongándolo.

La tampografía peca de verse un poco curva aunque no se puede generalizar, puede ser un defecto de esta unidad.  Gran paragolpes y adecuado el espesor de la matrícula que luce como pieza separada (al estar embutida logran que el espesor de la misma quede oculto, da un muy buen resultado).

El chasis plástico si bien no es una maravilla tiene una mejora: El diferencial trasero rompe con ese burdo alojamiento del eje trasero que venían ofreciendo los últimos modelos de ésta colección.

En resumen, es un modelo en el cual se aprecian muchos cambios en las formas de hacer las cosas, hay soluciones como el diferencial y la matrícula embutida que le dieron resultados positivos.
El techo es otro cambio de fuerte apuesta y si bien mejora el aspecto del parabrisas y luneta trasera en lo que se refiera a encastre (logra un acabado más preciso), penaliza por sus formas y dimensiones en la visión de conjunto en la carrocería.

Quizá la miniatura del Rambler no sólo busca las formas del auto real, también su espíritu de ir un paso mas allá.

Magníficent Rambler 990 Ambassador!